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Las burbujas del alma

¿Cómo quitar intensidad a nuestro dolor y liberarnos de él?

 

Imagínate tu cuerpo como un bote, un bote que vas llenando de burbujas negras creadas por el dolor, las frustraciones y los fracasos. Cada burbuja en sí no pesa tanto, pero poco a poco se van almacenando hasta crear una pesada mochila. Este envase rebosante de negatividad nos fustiga y nos convierte muchas veces en víctimas de la vida, de las circunstancias, de los eventos que no podemos controlar. Desde la posición de víctima y desde el dolor nos será muy difícil generar un cambio o probablemente sea el cambio equivocado.

A veces nuestros movimientos conscientes, tales como entrar en una relación, se hacen desde la intención de que alguien nos libere de ese dolor, de esa desazón y del peso de tantas burbujas acumuladas. El problema es que durante una primera etapa, al llenarnos de adrenalina, esas relaciones nos ciegan. No obstante, luego, pasaremos a otra fase en la que nos traen más dolor aún, ya que las relaciones no son sino un espejo de nosotros mismos. Nos vemos proyectados en la otra persona y muchos de los aspectos que rechazamos del otro tienen que ver con algo que no nos gusta de nuestro ser.

Cuando la trayectoria de la relación pasa de divertirnos y entusiasmarnos a crearnos insatisfacción, tendemos a echar la culpa al otro y argumentar una sensación de engaño con respecto a lo que era en un principio. Lo que no vemos es que ese dolor ya estaba antes y la relación sólo lo ha proyectado, mostrándonoslo cara a cara.

Cuando aceche este dolor es importante sentarnos con él. No huir haciendo uso de alcohol, fiestas o un exceso de actividades para no sentir. Debemos cerrar los ojos y darle la mano, ver qué es lo que necesita, qué es lo que quiere, por qué esta ahí. Y luego tendremos que pensar cómo satisfacer la necesidad de nuestro dolor. ¿De dónde viene ese dolor? ¿Qué puedes hacer en tu día a día para que se apacigüe? ¿Se trata de un cambio de actitud? ¿ O de trabajo, de ciudad, de relación? ¿Hay algún paso pequeño que puedas tomar cada día para que esa necesidad no arda tan fuerte? ¿Qué puedes hacer que no dependa de los demás? Toma el control de tu vida. Quizá las acciones sean mínimas, pero tú llevas las riendas de esos cambios. Y cada cambio es una pomada para sanar tu dolor. Es vital que no des ese poder a otra persona.

Por otro lado, un paso importante en este proceso, es desidentificarnos del dolor. Esto consiste en ver que los pensamientos, sensaciones y emociones han venido a mi por virtud de la ley de la atracción pero que yo soy algo más que todo eso. Hay que observar nuestro "cuerpo del dolor" como una entidad en sí misma. Para ello es importante sentirnos espectadores y ver todo lo asociado con el dolor como una película que pasa ante nuestros ojos o como un río con hojas que llevan la información de todo lo que nos amarga.

Si nos acostumbramos a no fusionarnos y en nuestra meditación le mandamos luz y amor a nuestro cuerpo del dolor conseguiremos salir de la espiral que nos arrastra.

Con estos pasos iremos poso a poco encajando nuestro dolor, y eso nos irá permitiendo abrir la tapa para que vayan saliendo las burbujas y nos podamos sentimos mucho más ligeros.

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