Ni Capuletos ni Montescos
¿Qué es el amor?
El otro día volví a leerme Romeo y Julieta, según terminaba la última página me cuestionaba: ¿Es esto realmente amor? Ésta es una pregunta que me surge también cuando veo películas románticas en las que los protagonistas no se conocen y un un espacio de tiempo bastante limitado se juran amor eterno. Por un momento tengo que reconocer que soy la primera en transportarme a esos parajes y querer vivir ese idilio pero al rato salgo del ensueño y me taladran las dudas: ¿Es eso que viven real? ¿Es de verdad sostenible? Y sobre todo...¿Es eso amor?
El amor viene de apreciar a la otra persona completamente, no viene del apego. Es un estado de calma y serenidad donde las cosas fluyen. El enamorarse, no obstante, está relacionado con cómo la atracción nos hace caer en un espacio-tiempo paralelo donde el mundo muta. En esa realidad no vemos a la otra persona, vemos nuestra proyección de esa persona y el deseo que se siente en ese estado nos lleva a la necesidad.
En lugar de paz el enamorarse es una montaña rusa de sensaciones, se trata de una etapa no duradera que ataca a todos nuestros sentidos. ...y eso es lo que nos engancha. Al fin y al cabo nos venden que hay que buscar emociones, salir de la rutina y terminamos confundiendo alimentar el alma con trastocar nuestro espíritu.
Enamorarse es un chute químico para el cuerpo, supone una gran adrenalina adictiva y desgraciadamente muchas veces nos hace pensar que nos está transformando en Capuletos y Montescos listos para vivir la mejor de las historias. Nos sentimos super héroes, actores principales del mejor film del año. Pero como toda droga, lo que se siente en ese estado no es del todo real y por si fuera poco trae consigo el momento de después.
A muchas personas nos ha ocurrido el conocer a alguien que se convierte en un gran amigo con quien todo fluye, te demuestra que te quiere, que le importas, te ríes, tiene muchos de los valores que buscas pero....falla la química. No te produce mariposas en el estómago. Por el contrario no es tan poco común conocer a gente que siente una enorme pasión hacia alguien que no le valora y aprecia adecuadamente.
¿Qué nos arrastra a enamorarnos de alguien? ¿Por qué si nuestra química nos guía en una dirección allí no hallamos el amor? ¿Por qué no siempre la persona de la que nos enamoramos nos puede dar amor?
Tenemos que darnos cuenta de que hay dos tipos de amor: el consciente y el subconsciente. El segundo es el que gobierna realmente nuestras vidas y tenemos que analizar cuidadosamente sus parámetros para entender lo que atraemos a nuestra existencia y la mala pasada que nos juega a veces nuestra "química".
La definición subconsciente del amor está íntimamente ligada a nuestro concepto de amor en el hogar,cuando éramos niños. Aquí entra no sólo la relación que vimos entre nuestros progenitores sino, sobre todo, la que tuvimos con el padre del sexo opuesto .
Nuestra definición subconsciente del amor se construye en base a asociaciones que hemos creado.Por ejemplo, si en nuestra casa vivimos engaños y abandono nuestro concepto del amor tendrá cierta conexión con estos dos elementos. Nos sentiremos de algún modo atraídos hacia personas que nos aporten engaño y abandono. Nuestras parejas reencarnan esa herida del pasado ya que nuestra alma busca una respuesta distinta a la que tuvimos para así sanar esa llaga. Al fin y al cabo si manifestamos atributos similares en nuestra pareja y ésta nos ama de verdad parece que milagrosamente resolvemos nuestra situación pasada.
El segundo concepto que es importante entender es el de nuestras sombras. Desde niños vimos aspectos nuestros que no eran aceptables, ya que buscábamos ser queridos por nuestra familia desarrollamos una tendencia a esconder estos aspectos, incluso a negarlos. La vida nos lleva entonces a intentar desarrollar el aspecto completamente opuesto para demostrar así que nos hemos deshecho de esa cualidad. No obstante ese elemento está ahí, en la sombra.
Cuando nos enamoramos nuestra química se crea por la atracción hacia esos aspectos que hemos suprimido, vemos que la otra persona contiene esos elementos perdidos nuestros y juntos nos sentimos uno. La química se genera por la atracción hacia el aspecto nuestro que dejamos en el camino y que encontramos en el otro. El problema es que la relación ha nacido de la "falta" de algo en nuestro interior. Por ello, tras un primer periodo de fascinación, empezamos a ver nuestras heridas de forma absolutamente clara y surgen grandes conflictos porque no todo el mundo esta dispuesto a enfrentarse a sus fantasmas. La tendencia es culpar al otro y comenzar una batalla sin fin de acusaciones en la que la relación se torna infierno.
Una vez que el subconsciente ha satisfecho su necesidad nos quedamos con lo que queda de la relación, y esto, no completa el nivel consciente. Una persona puede querer a nivel subconsciente por ejemplo estar segura en una pareja y a nivel consciente estar con alguien que se entregue y comprometa. Su subconsciente le hará engancharse a la primera relación que encuentre por miedo a estar sola, aunque en esta relación solo encuentre al cabo del tiempo a alguien que no se entrega ni se comprometa.
¿Cómo salir de este tormento entonces? ¿Es posible encontrar amor tras enamorarse? Todo depende de la voluntad de las dos partes de hacer su trabajo interior. Enamorarse es el atajo para ver tus sombras cara a cara, pero si de verdad apreciamos al otro tenemos que enfrentarnos a nuestros monstruos para que de ahí salga el amor entre las dos partes. Si las dos personas tienen una gran voluntad de que funcione lo hará, pero para ello se requiere un trabajo de humildad, de comunicación, de bajar las defensas y reconocer quién está debajo de la armadura. Si ambas partes pueden aprender de ese reflejo que ven de si mismos y darse la mano en el proceso de aprendizaje, podrán caminar juntas hacia el amor.
El amor tiene más que ver con la tranquilidad que con la lucha por mucho que Shakespeare u otros escritores etiqueten con ese nombre ciertas obras. Y la única batalla que responde al amor es aquella que estamos dispuestos a librar para limpiar nuestras entrañas y así ver nuestro reflejo limpio en la persona amada.
