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Aprendiendo a amar

¿Sabemos querer y elegir a quien nos quiere?

 

Es dicho popular que hay muchos peces en el agua a la hora de elegir a nuestra posible pareja, sin embargo siempre me ha fascinado por qué exactamente de entre todas las personas que hay tendemos a elegir a alguien en concreto, muchas veces desechando a candidatos que podrían hacernos mucho más felices.

Hace unos días con una amiga discutíamos entre verdejo y verdejo las razones por las que muchas personas se enamoran del chico malo, o quizá no necesariamente del chico malo sino de aquel que no se entrega del todo, del que tiene problemas de compromiso o al que sientes que tienes que perseguir durante la relación porque no se vuelca. Nos cuestionábamos por qué hay ciertas personas que parecen tener una autopista hacia el amor amor verdadero mientras otras personas van siempre por caminos tortuosos sin encontrar más que desgaste emocional y relaciones que no se mantienen en el tiempo.

La realidad es que no elegimos en base a quién nos ofrece algo más puro, sencillo y fiable sino en base a alguien que tenga algo que nos resulte familiar. Aprendimos acerca del amor en la niñez, muchas veces rodeados de padres que no sabían querernos bien y que continúan, de forma subconsciente, guiando nuestra vida amorosa. Nuestros padres crearon patrones acerca de nuestra idea del amor, de cómo amar y ser amados....lo cual, dependiendo los casos, puede generarnos mucha infelicidad en la vida adulta, ya que nuestra brújula amorosa nos lleva sin que seamos conscientes de ello hacia el sufrimiento.

Si nuestro padre era distante, violento, controlador o nos abandonó probablemente ahora sintamos que eso era algo horrible y no estamos en absoluto de acuerdo con ese modelo parental. No obstante sin quererlo lo que nos atrae es precisamente eso, alguien que de alguna manera nos haga sentir de la misma forma que lo hizo nuestro progenitor. ¿Por qué repetimos ese patrón si lo desaprobamos? Porque aunque era inadecuado se trataba de una relación de amor, de hecho de nuestra primera relación de amor. Aunque había elementos negativos la relación no sería cien por cien negativa, probablemente había afecto, cariño y admiración. Quizá nos hacían sentir mal pero en cierta manera nos acostumbramos a ello hasta que nos resultaba normal.

Desafortunadamente ahora no sentimos que alguien sea el adecuado para nosotros a menos que nos proporcione algo de ese sufrimiento infantil. Otra posibilidad es que nosotros mismos mostremos cualidades del progenitor que conscientemente desaprobamos. Es el caso de la victima que se convierte en abusador, tal vez hayamos adoptado patrones negativos en nuestro comportamiento y no lo sepamos ver.

Tenemos un mapa secreto de cómo operamos en el amor y de los patrones adquiridos de nuestros padres. No es fácil saber leerlo con lo cual tenemos que poner mucha energía y trabajo en descifrar su escritura para poder liberarnos de él. Para ello podemos cuestionarnos cómo funcionamos en el amor y qué cualidades hemos adquirido de nuestros padres. ¿Qué sufrí de pequeña?¿ Como era la relación con mis progenitores?¿Cuales eran las cualidades de la relación con mis padres? ¿Me siento atraída hacia algo similar hoy en día o son atributos que aparecen en mis parejas? ¿Estoy haciendo sentir a otros algo parecido a lo que sentí cuando era pequeña?

Es vital explorar el amor en nuestra infancia para entendernos y liberarnos de sus traumas. Así podremos ver que somos capaces de amar y ser amados de otras maneras, podremos sentirnos atraídos hacia personas que en un principio no nos habrían gustado por no resultarnos suficientemente parecidas al modelo de amor paternal y podremos finalmente ser feliz con alguien que sea completamente bueno para nosotros.

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