Purificar la vida

La vida es muy complicada y son muchas las veces que nos podemos sentir completamente atrapados, perdidos o sumidos en una gran ansiedad. En estas situaciones necesitamos purificar nuestra vida.

La manera de purificarla es dándonos cuenta de la simplicidad existente bajo tanta complicación, quitar capas de dificultad e ir a lo esencial. Allí veremos claramente nuestros valores. Cuando los tengamos claro lo único que tenemos que hacer es elegir, tomar decisiones y estar con gente que responda a nuestros valores.

Un valor se crea entorno a lo que se desea de verdad, a cómo quiero ser, qué quiero hacer y cómo lo quiero hacer. Los valores cambian con los años y a veces arrastramos vidas que han sido construidas en base a valores que ya no existen en nosotros, si es así es momento de quitar capas de cebolla, ir al centro de nuestro corazón y volver a construirlo todo.

Hace un tiempo me vi inmersa en una ciudad que se considera impresionante, con un trabajo muy valorado y con acceso a lugares que mucha gente anhela. De hecho todo ello fue parte de mi sueño cuando era adolescente y quizá por eso estaba allí. No obstante me dí cuenta que esos ya no eran mis valores, que prefería la simplicidad de un lugar pequeño cerca de la montaña a los miles de museos, teatros y cafeterías de último diseño, me llenaba más por dentro estar con gente querida y el contacto con ellos a la fama y el reconocimiento. Tener tiempo para mi, para descubrirme, para quererme también tomó prioridad frente a la antigua costumbre de exigirme ser la mejor.

Tenemos que observar si hay diferencia entre lo que valoramos y lo que tenemos en la vida. Por ejemplo si mi valor es ser creativa y trabajo de contable hay algo en mi que no estoy escuchando. Por ello hay varias preguntas que nos tenemos que plantear para saber claramente nuestros valores en las distintas áreas de nuestra vida ¿En qué momento de tu vida fuiste más feliz y por qué? ¿Qué factores contribuyeron a esa felicidad? ¿Cuándo te has sentido especialmente orgullosa de ti misma y por qué? ¿Cuándo te sentiste más completa y por qué? Recapacitar acerca de esos momentos nos dará ciertas pistas a seguir.

Observa tu vida actual por un momento como si fueses un mero espectador ¿Qué aspectos te hacen más infeliz?¿Qué deseo o necesidad falta en tu vida? ¿Qué parte de tu vida actual te hace más feliz y por qué? ¿Qué te hace sentirte orgullosa? Mira cada área de tu vida y pregúntate ¿Qué quiero aportar a esta zona de mi vida? ¿Qué haría en cada una de estas áreas si yo fuera la mejor versión de mi misma? Honra las respuestas que vayan surgiendo porque allí están las semillas de tu futuro, de los valores que existen en ti y que te pueden servir de brújula ante momentos de confusión.

Para pintar el mapa de tu futuro, piensa: ¿ Si pudiese diseñar mi vida perfecta cómo sería?¿Qué sacarías de la vida siendo así?¿ Cual es la mejor parte de tu vida futura ideal? ¿Qué es lo que te daría mas significado, más sentido?

Es muy habitual encontrarnos en encrucijadas, son situaciones que nos plantean dilemas internos. Nuestros valores nos dirán en estas ocasiones qué hacer y qué no. Si hay varios valores que están en juego entonces basta con pensar: Si pudiese satisfacer sólo uno de estos dos valores ¿ Cual elegiría?

Otro paso importante es conocer las emociones que genera cada uno de esos valores en tí.¿Cómo me hace sentir cada valor?¿Me siento orgullosa de presentar este valor al mundo? Conecta con estas emociones porque aquellas que contengan paz, serenidad y amor te guiaran al lugar adecuado.

Empieza el día de con tus valores en mano y recapacitando acerca de qué cambios puedes hacer hoy. Quizá uno de tus valores sea sentirte de una forma concreta, por ejemplo, feliz.Juega entonces a imaginarte que ya estas sintiéndote feliz ¿Qué estaría haciendo de manera distinta en mi vida?¿Hay algo a lo que dedicaría más tiempo? Si es así busca cómo conectar con esto más y más en tu día a día y priorízalo con respecto a lo demás. Tal vez esa felicidad te la dé un deporte, o estar al aire libre, el yoga, cocinar, pasar tiempo con tu gente....sea lo que sea toma nota de ello y cada día enfócate en incluirlo en tu rutina.

Tal vez busques un cierto tipo de persona a tu lado, si es así pregúntate: ¿Si tuviese a esta persona en mi vida como actuaria y que cualidades aportaría yo a la relación con él? ¿Te sientes libre, amada, respetada, tranquila, serena, plena....? ¿Aportas empatía, comprensión, alegría...? Sea lo que sea visualízalo claramente y toma nota de ello. Muchas veces nuestras reacciones nos impiden tener lo que añoramos y tenemos que ser motor de cambio para sacar lo mejor de nosotros y como consecuencia de los demás. Si estás en una relación observa tus reacciones y si estas están o no en consonancia con tu visualización.

Reflexiona ahora acerca de las metas que tienes en mente. Si las consiguieses ¿Cómo te sentirías? ¿Qué te aportaría esa meta? ¿A qué fin sirve exactamente la meta: tu ego, tu corazón, dar a los demás ...? Es importante que ahondemos en las razones que se ocultan detrás de cada uno de nuestras metas. Quizá alcanzarla nos proporcione libertad, realización personal o plenitud....sea lo que sea es esencial saber lo que de verdad perseguimos.

Las emociones que sentimos van conectadas a valores centrales que sujetamos. Cuando nos enfadamos o entristecemos siempre hay un valor que ha sido asaltado y por ello genera dicha reacción.

Si anotamos todos nuestros valores y les damos un orden de prioridad sabremos muy bien cual es nuestra hoja de ruta. Sólo nos queda ir haciendo pequeños cambios diarios para que nuestra vida responda a esos valores esenciales que tenemos en nuestra lista. Si desintoxicamos nuestra vida nos vaciaremos de elementos que sólo estorban, de ruido innecesario que no nos permite escuchar y así podremos disfrutar de lo que de verdad importa.